lunes, 22 de julio de 2013

Ninguna curva perfecta en la que matarse.

                 Hace sol, y no solo lluvia. No hay nada que mas pique en el cuerpo que la resaca de tumbarse en el césped mojado. Y los labios secos, de no usarlos…
                ¿Dónde quedaron las cartas de amor perfumadas? ¿Y las noches locas? ¿Y las balconadas? ¿La furia, y la ira, desatadas? …
                Vivir sin límites, los lunes desnudos al sol, y los viernes jugando en tu habitación, que es mi playa. Cantar cuando la luz salga, y seguir con la canción hasta que la luna muestre su cara. Solo se contar hasta seis, y son las cuerdas de mi guitarra. Echarle el lazo a mi ego, y subir colgado de él hasta el cielo. Y allí dormir en una nube, o en dos. Dicen que el amor mata, pero todavía no he visto que alguien lo comercialice. Porque es curioso que, todo lo que mata, se vende.
                Los sabios no son más que ciegos, que ven su oscuridad y no la tuya. Bizcos, que donde tú ves un “pero” ellos ven un “por qué”. Mancos, que le echan el pulso a la vida siempre con la misma mano. Cojos que andan siempre de puntillas. Maniquís, que ven la vida pasar…

                A dónde queremos llegar si todavía no hemos embarcado. Dicen que el amor mata, pero lo que no mata engorda, y comerte sería un pecado. 

domingo, 14 de julio de 2013

Y aquí lo tienes

Siempre escribo con música de fondo, o gritos, o silencios. El caso, siempre escribo. Ya sea en un papel, con un boli; en el ordenador, con las teclas; en tu cuello, con los dientes.

¿Cuantos corazones de carmín se han borrado entre lágrimas en los espejos de los baños?
¿Qué decir de las manos que se agarran al cruzar la calle?
¿O los abrazos que me dabas al coger el metro?

Harto de tanta indiferencia solo quiero volver a tí. Que me digas que eres solo mía. Hacerte el amor y que me quieras como te quiero yo. Y joder, que si algo se rompe es mejor arreglarlo que tirarlo. Aprendamos algo de nuestros abuelos. El amor no son solo buenos ratos, pero contigo todo eran ratos buenos.

Y llorar, y reir, y cantar. Tocar allí, tocarte acá. Beber en Madrid, fumar en mi casa. Responder como un cabo cuando me dices que si te quiero cabreada, y yo respondo: SI, SEÑOR.

Hacía mucho que no escribía, y esto solo es narrar lo que siento. Prefiero que me llames imbécil mil veces y me beses que sonrías tímida al verme pasar y no te atrevas a dirigirme la palabra. Vuelve.