sábado, 13 de octubre de 2012

I movimiento: Lo de fuera.

Llorando se fue y nunca mas la vi volver. Se llamaba Elena y era real. Guapa. Lista y de mi estilo. Era perfecta, de otro mundo, de otra era. Era la mujer que me hizo ser un hombre.

Los celos y amores del que ayer rumoreaba y mata nos mató a los dos. Las lenguas ajenas y el agobio interno. El querer desmesurado en épocas de no querer. El amor a dos bandas: la mía y suya y la nuestra y de ellos.
En cada rosa roja la veía reflejada. En cada cristal transparente, sonrojada. Y, en cada acera, gotas que contaban nuestra historia.

Su pelo naranja rizado seguía durmiendo en mi cama aquella noche, cuando llamaron desde aquel número privado. Cuando, en una fracción de segundo, su cara pasó de ser una flor a un cuadro. La mueca de su cara se tornó y las mejillas se transformaron en cauces de lágrimas. El demonio estaba al otro lado del audífono, y quiso llevarse con él lo que yo mas quería, a ella.
Alejandro Pérez Marcos.

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