viernes, 13 de julio de 2012

Combatir la Tragedia (Capítulo 1)

Hace unos meses que falleció el anciano del poblado. Mi poblado es Arbonite. Antes de dar un último suspiro, el sabio anunció una desgracia:
- La tribu se verá asolada por aguas malignas contaminadas por la llegada de unos hombres de un lugar lejano -el vetusto hombre lo decía con su voz rasgada, en un intento de aviso-.
La tribu se preocupó por unos meses, pero después pasó al olvido. Un mes después se vio que Avril tenía razón. Una persona había muerto por beber agua de un río por el que habían pasado los soldados nepalíes.


- Hijo siento no poder acompañarte a pescar, ya sabes, las aguas del Arbonite no son sanas, tengo que ir a Port Au Prince a por agua limpia. Adiós mon fils.

Cuando tenía cinco años, y toda esta desgracia del terremoto y la cólera no habían llegado, me iba a pescar al río Arbonite. Cargábamos las cañas y los útiles de pesca. Allí íbamos mi padre,Henri, y mi hermano Joseph. Joseph murió dos años después, de neumonía. Desde aquel momento mis padres se habían vuelto más tristes, pero afrontaban todo con una sonrisa en la cara, que no era más que una fachada que impedía la salida de sus sentimientos en forma de lágrimas. Pero alguna noche oía a Henri calmar a Lovely, mi madre. Le decía:
- Seigneur guérit tout, ne vous inquiétez pas, nous avons encore deux enfants -decía mi padre-.
- Que faire si je ressens la même chose? -contestaba mi madre-.
- Ne vous inquiétez pas - replicaba mi padre con voz suave y protectora-.
Al terminar la conversación mi padre se dirigió a mi cuarto y nos arropó, a mí y a mi hermana.

* -El señor lo cura todo, no te preocupes, aún tenemos dos hijos.
* -¿Si les pasa lo mismo?
* -No te preocupes.

Pablo Esteban Keogh


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